En este blog encontrarás información sobre psicoterapia y la manera de acceder a una consulta psicológica
Cada semana habrá datos para mejorar tu calidad de vida y satisfacción en general

jueves, 23 de diciembre de 2010

Apego en el primer año de vida

Los seres humanos somos los únicos mamíferos que nacemos indefensos. A diferencia de un caballo que esforzadamente se pone de pie, un neonato humano no puede hacer otra cosa que llorar. Eso es la primera demostración del apego. Es una conducta fundamental de sobrevivencia que pone en funcionamiento un recién nacido con una figura cercana en busca de atención a sus necesidades, pero principalmente de protección, cuidado y alimentación. Un neonato que no consigue apegarse a una figura competente en éstas áreas corre riesgo vital, aunque suene drástico. Por eso existe una relación tan cercana entre el apego y las competencias parentales, que tanto escuchamos por ahí los que trabajamos en ésta área.

Si bien el apego comienza como una estrategia de sobrevivencia, se va transformando rápidamente en un elemento afectivo que caracteriza la relación madre-hijo/padre-hijo. La madre (especialmente su rostro) es el espejo de las emociones del niño, quien en su reflejo irá incorporando estados internos asociados a las respuestas que en ella se susciten. Lentamente se irá estableciendo la relación entre conducta y emociones.

Y esta figura que nutre, cuida y protege, a la vez impacta en el desarrollo emocional del bebé a través de todo tipo de experiencias sensoriales. Toca sus pies, acaricia su rostro, toma sus manos, y el neonato reacciona casi instintivamente a cada uno de esos estímulos, conductas que a su vez demuestran que es un niño sano. Durante el primer año de vida, el bebé desarrolla la confianza básica en este primer vínculo, porque la ha experimentado y sensorialmente ha sido satisfecho. Ha encontrado congruencia entre su actuar y las reacciones de su cuidador.

¿Qué pasará entonces cuando no existe esta congruencia? A veces el niño llora y la madre lo acoge y otras veces cuando llora, ella lo deja llorar. O cada vez que el niño llora, ella se molesta y lo reta. O lo golpea para que se calle. Entonces es evidente que ese niño no puede desarrollar un apego seguro y sano. Y quedará entendido que no es por su responsabilidad. Podemos observar que es responsabilidad de esa madre (o ese padre) que no es capaz de atender y comprender las necesidades de su hijo, sea esto una constatación más que una búsqueda de culpables. Ya sea por su historia de vida, por su momento vital, por los significados asociados a la experiencia de ser madre o por la transición de niña a mujer, esa persona no está logrando ser madre (o padre).

Esa mujer debe plantearse y replantearse las consecuencias de sus actos. En primer lugar, por su hijo, si es que quiere que sobreviva y luego que viva sanamente. Y en segundo lugar por ella misma, si es que quiere mejorar como madre y luego como persona. No obstante, no existe tal diferenciación de momentos. Esa persona que atiende a su hijo, ya mejora como madre. Esa persona que permite a su hijo desarrollarse sanamente, ya mejora como persona. Es un proceso simultáneo y recursivo.

Servicio de utilidad pública: el Sistema Chile Crece Contigo realiza un acompañamiento del embarazo y una detección precoz de signos de depresión post-parto (categoría nosológica que no comparto) para asistir a la madre con terapia psicológica y apoyo de otros profesionales de la salud. Basta con estar inscrito en el sistema de salud pública y comenzar con los controles del embarazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario